
Ayer fue la celebración de la Luz de la Paz de Belén en Ávila, una celebración scout que busca difundir el mensaje de Paz propio de la Navidad.
Ya lo dijo Ghandi: «No hay camino para la paz, la paz es el camino». La Paz es el camino, no la meta. Cada paso lleva paz o lleva guerra. No podemos pretender alcanzar la paz, sin que cada paso que damos, cada palabra que decimos, cada pensamiento que dejamos que se materialice, lleve otra cosa que no sea paz.
Y ¿Qué es paz?
Paz es concordia, es aceptar lo contrario a lo tuyo, es acercar en vez de alejar, es pensar bien de los demás, es pensar en los demás, es dejar de lado el conflicto e ir más allá, es aceptar que existe un conflicto, para que pueda dejar de existir. Perdonar. Valorar. Entender. Empatizar. Comprender, incluso a veces justificar, los errores de los demás, y siempre ser consciente de los propios. Saber perdonar, saber enmendar. Es buscar la calma en la vorágine. Es tener esperanza ante la desesperación. Es confiar en que nadie te desea el mal, en que nadie hace daño a propósito. Supongo que buscar la paz es ser un ingenuo, sabiendo que lo eres para dar la posibilidad al otro de hacer las cosas bien. Esperar el bien del otro siempre le abre el camino a hacerlo, y eso es también paz.
La paz es la armonía de las personas, no sin esfuerzo por todas las partes. Sabiendo que sin el esfuerzo del otro quizá el tuyo sea inútil, pero esforzándote igual, por si acaso. Confiando en que alguna vez servirá para algo.
La paz es también interior. Es estar tranquilo con lo que haces, lo que sientes, lo que piensas y lo que eres. Por que sabes que todo ello está en sintonía. La paz es la armonía de una persona consigo misma.
La paz es luz. Porque ilumina, arroja luz sobre las cosas y permite verlas tal y como son, y no como nos las imaginamos. La oscuridad (la falta de paz) no deja ver, deja intuir, deja juzgar sin certeza, explicar sin todos los datos. La luz nos aclara, nos deja ver detalles, colores, texturas, tal y como son. La realidad es infinitamente incomprensible, pero la paz nos ilumina la realidad. Nos deja ver las cosas como realmente son. Lo malo, pero también lo bueno.
Sin paz todo es blanco y negro. Con paz los colores son más vivos.
Me corrijo:
Sin paz lo vemos todo gris. Con paz lo vemos todo tal y cómo es, también todos los colores con su verdadera viveza.
Y por último, la paz no se busca, no se pide, no se exige: la paz se da, se regala, se difunde. Seamos la luz que ilumina a otros, y confiemos en que otros nos iluminarán, conscientemente o no, con su propia luz.
¡Feliz Navidad!