El silencio no suena y desespera.
Es prófuga, o palabra prisionera,
Huye incómodo el vacío:
Inquietos lo atiborran con prisa.
Tranquilo y sobrado me da la risa:
el no sonido es mío
Esa ausencia de voz que de repente
vuelca al mundo en su vertiente silente,
disfrute volitivo,
placer sutil de parar y sentirte,
instante eterno que no deja irte,
es descanso auditivo
Se que hay gente alrededor desquiciada
Puliendo esa palabra desgastada
que no dará la talla
pero es la salvación a este incómodo;
a este nadie hablando. Al fin del todo,
nos servirá morralla
Verborrea insulsa, no dice nada.
Sólo calla una mente liberada
-pensamiento valiente-,
que no teme a otra al lado sin oirla
vaguedades. Casi goza al sentirla
nerviosa de repente
El silencio no es malo sino por los
arbitrios miedosos que alzan la voz,
suena rápida e inútil,
para cobardes susurros de nada
esa insulsa, que nada desfogada
y aviva el verbo fútil.
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